31 mayo 2007

Abrid las puertas de Gines, se acerca la caravana...


Bonito y triste el camino,
cuando se viene de vuelta.

Se cantan las sevillanas
poquito a poco, muy lentas.
Por caminos y carriles
se escuchan las sevillanas
que trae la gente de Gines.
Y el eco de estos cantares
en la marisma se queda
Y a la Virgen se le pide
salud para otro año verla.



30 mayo 2007

El Rocío en imágenes

La romería de El Rocío, la más importante sin duda de toda España, genera a su alrededor multitud de imágenes. El paisaje, el cromatismo de la fiesta, la alegría de los trajes de flamenca y cortos, los animales, la luz, la intensidad, la devoción, la fuerza y la tradición generan un espectáculo único para los sentidos.


Las hermandades

La Hermandad Matriz de Almonte es la encargada de organizar la Romería y mantener el culto de la imagen de la Virgen del Rocío en la aldea almonteña. Además existen otras 105 hermandades filiales de esta matriz repartidas por toda España, íncluso en Bruselas.


El cajón de Umbrete. Desde el siglo XIX es la carreta del Simpecado de Umbrete. Construido y pintado en madera tiene la singularidad de ser el más antiguo que llega a la aldea y posee en su espalda el lugar para guardar los objetos de culto y de la hermandad en la romería: el famoso cajón.

La carreta de Triana. Desde 1813 los trianeros peregrinan como hermandad filial a la aldea almonteña. Su carreta de plata ha sido modelo de inspiración para muchas otras hermandades. En la actualidad está volcada en la labor social: un centro para deficientes mentales en Castilleja de la Cuesta.


Esa carreta de plata, orgullo del pueblo mío. La carreta de Gines cumple el esquema típico de templete sobre seis columnas. Similar a la de Triana llama la atención por su elegante sencillez dentro de los cánones clásicos. El exquisito gusto en el exorno floral es digno de mención. Peregrina desde 1928.


La Alhambra en El Rocío. Desde Granada llega esta singular carreta con aires nazaríes. Sus arcos y techumbre evocan en todo momento a los palacios granadinos. El bordado del Simpecado está lleno de la fruta de la ciudad: la granada. Llevan a gala que Juan Pablo II lo besó y bendijo en Roma.


Como el verde del romero. El Simpecado de Pilas ofrece un diseño que quiere mostrarnos la angüedad de su peregrinar. En óleo la Virgen aparece como en las pinturas más arcaicas, tanto que ni se reconoce a la actual en la misma. Dos cuernos de la abundancia repletos de flores y un gran sol complentan el bordado.


Coria la Ribereña. Aires del Guadalquivir llegan prendidos en este Simpecado. Lo añejo de su estampa nos da una idea de lo antiguo de la devoción rociera en Coria del Río, fue comprado el mismo año de la fundación en 1849. La carreta fue labrada en plata en 1953 por el insigne orfebre Marmolejo.


De la vid y el trabajo del hombre. Con motivo del 75 aniversario de la fundación de la hermandad de Jerez de la Frontera se extrenó este nuevo Simpecado. Sobre terciopelo morado se observan los ricos bordados en el que abundan las vides con el que se elaboran los afamados caldos jerezanos.


Se oyen cantar a los pinares y a las adelfas... ¡Huelva, Huelva! Dicen que El Rocío no empieza hasta que la Hermandad de Huelva no entra en la aldea. Lo espectacular de su llegada, los caballos y los vivas... El que lo ha vivido no lo puede describir. Una cruz remata el bello Simpecado bordado sobre terciopelo verde.


La flor del Condado... Rociana peregrina con el paso ligero de las mulas. Su camino lo hace junsto en una jornada, llegando a la aldea ya bien entrada la noche. Su casa en pleno Real, propaga en un azulejo el mensaje apostólico de Juan Pablo II: "Que todo el mundo sea rociero". En el Simpecado grana la Virgen destaca sobre malla de oro.


Detalles





























24 mayo 2007

Que han salido las carretas Verea delante a Gelo...

La Fervorosa, Mariana y Antigua Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Gines inició su camino en la mañana del martes 23 de mayo. La Misa de Romeros se inició a las nueve y media de la mañana en la Parroquia de Nuestra Señora de Belén y estuvo presidida por D. Juan María Cotán, párroco y director espiritual de la hermandad, y concelebrada por Fray Ricardo de Córdoba. Fue muy emotiva la interpretación de las conocidas sevillanas de Gines por parte del coro de la hermandad. Fray Ricardo alabó la devoción rociera de Gines y dijo que gracias a ello la iglesia de Gines era en esa mañana una verdadera catedral para María.

Tras la misa se inició el camino. Primero un recorrido por las calles más céntricas del pueblo. Es fiesta local. El ámbiente lo decía todo. La gente llenaba las calles y las casas mostraban sus mejores galas con balcones adornados. La carreta del Simpecao enfila ya la comitiva hacia Bormujos. Otro año más realizan una emotiva parada. El lugar, el Hospital de San Juan de Dios. El director del centro hospitalario da la bienvenida a la hermandad. En su discurso le agradece la visita porque traen el consuelo a aquellos que no pueden hacer el camino y acercan el Simpecao para que María nuevamente sea la salud de los enfermos, como resonaba en las voces de los presentes la conocida sevillana.

Un total de trece carretas tiradas por bueyes seguían a la carreta del Simpecao hacía la Parroquia de la Encarnación de Bormujos. Allí la ahijada de Gines la recibe como siempre. El calor del pueblo de Bormujos a su madrina es patente. Tras la Salve y vivas de rigor continúa la hermandad su marcha hacia El Rocío. La carretera hacia Bollullos es larga y pesada. Tras ella por fin los caminos que le llevan a la hacienda de Lopaz. Lllegaba la carreta ya de noche acompañada por las luces de las vengalas. El rezo del Santo Rosario a las once d ela noche dió por concluida esta primera jornada de camino. Al día siguiente el día empezada temprano. Santa Misa a las siete menos cuarto de la mañana y paso del Quema a las 11.


22 mayo 2007

Gines: Caminando desde 1928


Esta mañana en mi pueblo
el aire huele a Rocío,
yo preparo mi carreta
porque me voy con los mios

¡Viva la Blanca Paloma!,
señores yo soy de Gines
y llevo dentro el Rocío,
el que me enseñó mi gente,
la gente del pueblo mío.

14 mayo 2007

Caballos, vino, flamenco y una ciudad: Jerez

Con la mirada y los ojos del foráneo es como se aprecia lo propio y la única forma de conocer aquello que, por cotidiano, pasa por alto a los ojos de las gentes que viven a diario una ciudad. Y este ejercicio lo pude realizar este fin de semana con la Feria del Caballo, esa que llega en el mes de mayo como flor en primavera. Como marco, la ciudad de Jerez de la Frontera, encrucijada histórica de caminos de ida y vuelta entre Cádiz y Sevilla, entre el mar y la campiña, entre el llano y la sierra. Ciudad que hace un dualismo mágico, lo aristocrático y lo popular a la vez, una combinación que lleva a sus límites en su casco viejo, plagado de grandes palacios e iglesias pero también de humildes patios de vecinos y de viejos portales y cancelas. Santiago, San Miguel, San Mateo... viejos barrios con sabor antiguo, donde parece que por las casas y sus gentes no ha pasado el tiempo. Camina aún aquellas viejas de roete y pendiente de coral, caballeros de traje y corbata para diario y hasta sombrero... Pero Jerez es más que el mito, aunque viva de él y se agarra al hoy. Hace del vino, el caballo y el flamenco su industria productiva con el turismo, para ofrecerlo al visitante. Reconvierte su leyenda y se plaga de bodegas y aromas de solera, se salpica de peñas y de su festival de flamenco, y hasta hace Real una escuela ecuestre. Como dije un día se transforma en parque temático de Andalucía. Pero un simple paseo me hace palpar la realidad social, aquella que clama justicia con pintadas por doquier para Juan Holgado, o esa masiva que se hecha a la calle pidiendo el pan para que Delphi no se cierre.

Sales del centro por la puerta de Sevilla y te encaminas a la Avenida Álvaro Domecq, igual que si sales del centro de Sevilla por la puerta de Jerez y caminas por La Palmera, es ese el momento que no se sabe muy bien si estas aquí o sí estas allí. Jerez y Sevilla se dedican ambas puertas que se miran en la lejanía de un centenar de kilómetros separadas por un peaje, como aquellos postigos antiguos de las murallas que cobraban tributo por el paso de mercancías. Buscando Sevilla llegas al Parque González Hontoria, recinto ferial. No tiene portada, ni falta que le hace. La cuidada iluminación la suple con creces. Feria de anchas calles, salpicada de botas y geranios. Casetas de fachadas, geometría urbana, colores andaluces de albero con fino regado. Templetes y toldos que me retrotraen a la de los años veinte del Prado. Menos flamencas y menos trajes de chaqueta que en la clasista de Abril, las casetas son públicas. La música más variada también porque no sólo suenan sevillanas. Si con algo me quedo es con una familia entera. La abuela rompe el silencio, con la cadencia de su cante. Una bulería arranca. El jaleo abre parte. Las palmas arden. El quejío entra en la sangre. La nieta reacciona y comienza el baile. Nada de escuela ni academia, que los siglos pasan delante. La niña quiebra el talle. Brazos y piernas nunca quietas, que la contorsión flamenca no hay quien la pare. Cesa la abuela. Comienza la tía. Una sucesión de artistas de una misma saga. Toda la arcá ahí delante. Todo improvisado en una rotonda del González Hontoria. Y la gente disfrutando del arte. Pero en las casetas más. Los cuadros de las peñas derrochan gracia. La bulería es ritmo, compás festero, la letra, sin trascendencia, en segundo plano, sólo una excusa. Fuera el paseo de caballos. Enganches de todos los estilos. Caballos de todos los colores y caballistas de todas las modas compiten en elegancia en este pasear. Cocheros con levitas y sombrero de copa, también de corto y ala ancha. Feriantes que bajan y suben. Parada y refresco con buenos caldos de la tierra. Aquí terminan mis breves impresiones del caballo, el vino y el flamenco de esta mi primera Feria del Caballo.